miércoles, 31 de marzo de 2010

Despedida


Recuerdo el día que fuimos a buscarte, llenos de ilusión, a Jerez. Eras tan pequeñito... maullabas mucho, pero eras muy gracioso.

Cuando entramos en casa, Nieve no te aceptó de primeras, pero al día siguiente estábais durmiendo juntos. Ahora se aburre sin ti, porque ya no puede perseguirte y cazarte por el salón. También te echa de menos.

Tuviste la mitad de tu vida complicaciones en tu hígado, pero fuiste un animal muy querido. Te gustaba ponerte boca arriba para que te rascase la barriga, ronroneabas mucho al contacto de nuestras manos, y te gustaba darme con la cabeza en los labios para que te la besara.

Te gustaba hurgar en la basura, comerte mi comida, y esconderte en los armarios. Te gustaba mucho jugar.

Creo que la chica del Ankh te vio, y se quedó encaprichada contigo, y te llevó consigo a las tierras sin sol. No creo que vaya a pasarte nada allí, estarás bien cuidado. Pero te echo terriblemente de menos.

No sé cuandos días te voy a seguir llorando, solo has estado dos años con nosotros pero para mi, se ha marchado un pedacito de mi corazón. Mi pequeño Zico.

Lamento que te fueras tan rápido, que te fueras con dolor, y que en tus últimas horas de vida no pudiese estar a tu lado. Me quedaré con los últimos momentos que estuve contigo, ronroneándote al oido para calmarte, mientras esperábamos a Sandra en su consulta, porque algo no iba bien. No fue bien.

Mucho amor para ti desde aqui, Zico. No soy capaz de sacar mejores palabras porque me duele.

Mi ojito derecho, te echo de menos.

jueves, 25 de marzo de 2010

El verdadero significado de las cosas


Llevo un tiempo queriendo escribir sobre este tema, pero no estaba segura de cómo abordarlo, y tampoco de cómo hacerlo. Algunas cosas necesitan un tiempo para madurar en nuestro interior, y me imagino que ese era el principal motivo de mi demora.

El pasado mes de noviembre tuve la oportunidad de viajar a Polonia, concretamente a Cracovia, donde mi hermana lleva unos meses con una beca Erasmus. El viaje fue, como poco, maravilloso en todos los sentidos. Viajar al extranjero, cosa que yo estaba haciendo por primera vez en mi vida, te abre la mente en muchos sentidos.

Como no podía ser de otra manera, uno de los lugares que visitamos fue el campo de concentración de Auschwitz. Pero todo esto tiene un preludio.

Unos meses antes, adquirimos para nuestra biblioteca una novela gráfica que puedo decir que es la mejor que he leído (que me disculpe Alan Moore). La obra a la que me refiero es Maus, de Art Spiegelman. En este libro, el autor retrata la historia de su padre, superviviente de Auschwitz, caracterizando a los judíos como ratones, a los nazis, como gatos, y a los polacos, como cerdos. Una obra magistral, sencilla en sus analogías, contundente, y que es capaz de llegarte al hígado de una manera casi disimulada, pero certera. Lo recomiendo vivamente.

Cuando llegué al capítulo en el que el padre de Art le explicaba, para su libro, su temporada en Auschwitz 1 y Auschwitz 2 Birkenau, me eché a llorar desconsoladamente. Recuerdo que Emi se acercó, preocupado, porque no sabía qué me pasaba, y como pude le expliqué que simplemente, me había emocionado. Qué duro.

En noviembre, hete aquí que viajo a Polonia, y piso los mismos suelos que pisó Vladek Spiegelman. Y no hay punto de comparación. Esa experiencia te deja una muesca interior que hace que comprendas las dimensiones del genocidio que se produjo en ese lugar. Todos deberíamos visitar ese lugar una vez en la vida porque es necesario.

No voy a recrearme en los sentimientos que tuve allí, pero puedo decir que me cambiaron para siempre. Y ya desde la entrada, 'Arbeit macht frei', el trabajo os hará libres, la enorme contradicción te golpea en la cara y te hace darte cuenta de lo que somos capaces de hacer los seres humanos con nuestros semejantes.

Ya no veo las ficciones que hablan del Holocausto del mismo modo, porque ahora comprendo la verdad, y la verdad duele, como siempre.

Y unos días después, oíamos con incredulidad en los mass media la noticia de que alguien había robado el cartel de la puerta de Auschwitz, 'Arbeit macht frei'. ¿Con qué propósito?

Cosas como ésta me hacen ver, e interiorizar, el verdadero significado de las cosas.
(La foto es de Emiliano Soto)

martes, 23 de marzo de 2010

La huella


No estás, pero te imagino. Te imagino iluminando el alba, con el brillo lunar de tu piel, y la negrura espacial de tus ojos. Soy tu esclava.

He venido a traerte musgo y madreselva, para rendirte pleitesía una vez más, parábola de lo imposible. Me humillo ante tus plantas, porque si he nacido es para servirte.

Peinaré tus cabellos con mis dedos, y beberé de tu boca. Abanicaré tu cuello con mis manos, para que el aire cálido del crepúsculo no te sofoque. No olvides que te hice un juramento.

Eres un espectro plateado, filigrana entretejida en mi memoria por mí, tan hábil cuando se trata del recuerdo. Cada noche te visito: te hago mil ofrendas, te entrego lo mejor de mí, que no es mucho, pero que aún te pertenece porque nunca me mandaste retirarme de tus aposentos.

Te sirvo, y hacia ti elevo mis plegarias. No sé si las escuchas, no se si llegan hasta tu cálido regazo. Pero yo me estoy ahogando de las ansias por poder rozar, siquiera, tu figura.

En este altar has de saber que paso muchas horas, entregada y completa, palpitante y ardorosa. Nada me produce más placer que ser tu sierva.

Suplico tu perdón, porque fui veleidosa e infame. Pero la juventud y el temor atenazaron mis cuerdas vocales, y no pude gritar tu nombre.

Imponme un castigo, una penitencia, que cumpliré gustosa. Te traigo los mejores perfumes, de esos años perdidos.

martes, 16 de marzo de 2010

Con las ganas

Con las ganas from sinremite on Vimeo.



A veces te llega a las manos una canción que resume exactamente lo que sientes. Por el lacre sellado a fuego sobre mi corazón, por los círculos que no están cerrados. Por los anillos que no puedo sacarme de los dedos.

lunes, 15 de marzo de 2010

Recuerdos del pasado


Estoy ante una duda. Y la quiero compartir con vosotros, a ver qué opináis.
Cuando era pequeña tenía un amigo. Se llamaba (se llama) Carlitos, y estábamos siempre juntos. Nuestros padres quedaban mucho, y yo jugaba mucho con él, aunque creo que era dos años más pequeño que yo.
Carlitos tenía todos, y cuando digo todos es TODOS, los muñecos de la colección de Masters del Universo. Tenía incluso a Teela y Evil-Lyn, las dos chicas del grupo, la buena, y la malérrima. Tenía el Castillo de Grayskull, y todos los accesorios necesarios para jugar. Le encantaban mis pequeños ponys, que incorporábamos a nuestras historias.
Nos gustaba columpiarnos en su urbanización, bajo la luz de la luna llena, sobre un suelo hecho de pequeños pedazos de cuarzo blanco, que reflejaban su luz y nos envolvían en un halo mágico. Nos gustaba buscar señales del camino para llegar a Fantasía, la tierra de Atreyu, y creíamos que el camino solo podía verse sobre el mar cuando atardecía, ese sendero luminoso que trazaba el sol sobre el agua.
Nos gustaba inventarnos historias, y creíamos en la magia. Nos gustaba estar juntos.
Un día, a sus padres les destinaron a otra ciudad, lejos. El contacto se perdió. Yo nunca olvidé a Carlitos, porque era mi amigo, y porque desarrolló conmigo esa personalidad fantástica que tengo, ese creer en las hadas, ese anhelo por alcanzar un mundo mágico que ahora solo puebla mis sueños.
Bien, pues el otro día recordé su apellido. Le busqué en facebook, y le he encontrado.
Y aqui viene la duda: ¿contacto con él, para saber si me recuerda, para saber cómo le ha tratado la vida, en que clase de adulto se ha convertido? ¿O respeto el recuerdo de ese Carlitos, que ahora es Carlos, y le dejo permanecer en mi memoria inalterable?
Espero opiniones...