sábado, 8 de enero de 2011

Encrucijadas dejadas atrás


Dejé atrás ese camino, porque al mirar por él solo se veían murciélagos y oscuridad, árboles de esos que se imagina Tim Burton, y barro en el suelo... aunque a veces, si mirabas bien, entre el barro algo brillaba...

Me pregunto qué hubiese pasado si hubiera seguido esa senda, en lugar de dejarla por el camino ancho, amplio, que me llevó a la libertad, al yo, a la plena existencia...

El camino oscuro me retuvo durante años, a pesar de las heridas, de las mentiras, que enredadas en las ramas se reían de mi inocencia. El terrible dolor que me producía clavarme las espinas en los dedos tan solo lo aliviaba saber que estaba en un lugar único, a las plantas de un ser enorme y atípico, que sabía revestirse de la terribilitá propia de un dios... un ídolo que yo había construido con mis manos.

La pasión fue carcomida por el odio, por la negación, y dejé de existir como yo misma. Me convertí en un ser de sombra, que pisaba el suelo sin sentirlo, y que se arrastraba por las zonas más oscuras deseando no ser visto. Empezó a ser todo muy desagradable.

Un buen día apareció la ancha oportunidad del desvío, y no sin esfuerzo, el ser de sombra salió hacia la luz. Se derramó por encima de mis hombros, y derritió la coraza de humos y lodos negros, y las heridas respiraron. Ya no quiero escuchar según qué canciones que me hacen recordar ese dolor.

Hoy día tan solo tengo el recuerdo de unos ojos de color indefinido, y una ventana. Y la dulzura de los nuevos comienzos y del perdón.