
Anoche, viendo la tele, y tras un día en el que las cosas no me habían ido especialmente bien, me dispuse a ver una de esas series americanas que, sin ser demasiado buenas, me entretienen. Ya me conocéis, y para los que no, pues las series de policías y demás agencias estadounidenses me chiflan.
En esta ocasión, un joven agente, presumiblemente afectado porque uno de sus compañeros había sufrido una importante lesión en acto de servicio y se reincorporaba al trabajo, para admiración de todos, antes de tiempo, intenta de todas las formas posibles impresionar a su jefe de equipo, llegando a cometer una estupidez enfrentándose solo a un joven a punto de activar una bomba.
Tras el día que había tenido, esa tontería de la serie (es que le doy muchas vueltas a todo), me hizo reflexionar acerca de las cosas que algunas personas podemos llegar a hacer por no perder el afecto de los que amamos, o simplemente de los demás.
Algunas personas necesitan hacer llegar a su entorno continuamente como un pequeño grito ahogado que dice "estoy aqui, no me olvidéis", y ese grito puede tomar formas de muchos tipos: afán de protagonismo continuado, un comportamiento inadecuado o estridente, o, simplemente, ir contracorriente, o incluso dejar de comer.
Estas cosas son muy básicas: por afecto, por no sentir el abandono, somos capaces de mucho más, de muchísimo más, pero me remito a ejemplos cercanos, recientes, y conocidos.
Me pregunto si, por conservar el afecto que más me importa conservar, seré capaz de ir contracorriente, sacrificarme, y dejar esta rebeldía psicótica que me posee desde hace tiempo y me impele a hacer todo lo contrario a lo que se supone soy capaz de hacer para mantener el estado ideal de las cosas.
Me gusta leerte, aunque te siento un poco agobiada por una realidad que no es tan real:
ResponderEliminar" -- Creo que iré a su encuentro -- dijo Alicia, porque aunque las flores tenían ciertamente su interés, le pareció que le traería mucha más cuenta conversar con una auténtica reina.
-- Así no lo lograrás nunca-- le señaló la rosa -- Si me lo preguntaras a mí, te aconsejaría que intentaras andar en dirección contraria. "
Y al igual que la rosa le comentó a Alicia, dejar de platicar con flores para hablar con una auténtica reina requiere de medidas drásticas.
Cuánta razón tienes...
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